viernes, 3 de mayo de 2013

CAPITULO 9


  ¿Cómo puede saber si voy o no a disfrutarlo? ¿Cómo podía leer mi mente, mi cuerpo o mis instintos? No puedo dejar que Sabrina me trate como un juguete barato, para ella mis sentimientos no valen nada, solo mi cuerpo y para mi, mi cuerpo no vale nada, todo me parece muy extraño. Me gusta sentir que alguien me desee, aunque desee un cuerpo que a mi no me agrade, ver sus ojos desesperados cuando me observa me generaba mucha inquietud y una sensación interna que no podía explicar en aquel entonces. En ese momento se daba lugar en mí una lucha de  poderes, mi excitación, que al parecer llevaba la voz cantante y por otro lado mi cerebro junto con mi orgullo, estos se abrieron paso e hicieron que me escapara de aquella situación, aún sigo sin saber bien cómo. Sabrina se torno en mi enfermedad, en una enfermedad mental, de las que no podes librarte en ningún momento del día. Aunque no se lo merecía pensaba que me gustaría que supiese lo que pensaba de ella, cuanto deseaba sentir el perfume de su piel una vez más, cuanto deseaba tan sólo verla pasar, cuanto deseaba observarla, rozar su piel, sus labios, quizás tocarla. Está más que claro que a ella no le iba a importar nada de todo lo que a mí me pasaba, su desinterés en cierto sentido aunque doloroso también era excitante. ¿Por qué no podía decidirme si quería estar o no con ella? Un viernes por la tarde mi madre me paso a buscar con su auto por el colegio, me sorprendió que fuese ella y que no mandase a nadie a hacerlo, llegamos a casa y me encontré con que todos iríamos a una fiesta, pregunté si podía quedarme.
Carolina- Bueno, voy a llamar a Sabrina, a ver si puede quedarse con vos, si no vas a tener que venir - Yo- Ya estoy grande, qué puede pasar si me quedo sola. Además no me voy a escapar a ningún lado, estoy cansada, tuve entrenamiento de hockey.-Carolina dudo un rato, y salió de la habitación con el teléfono en la oreja. Carolina- Al parecer Sabrina no puede venir hoy, pero está bien, cualquier cosa podes llamarnos, la fiesta es a unas cuadras de acá ¿Vas a estar bien?- Yo- Si, me baño y me voy a dormir-

      Entre a bañarme, el agua refrescante hacían justicia a un día agotador de colegio y deportes. Lástima que todo tenía que salirme al revés, cuando deseaba tenerla lejos no podía sacármela de encima y si deseaba verla no estaba. Incluso sin darse cuenta me hacía sufrir,  si ese era su cometido le salí todo muy bien. Termine de bañarme, aun seguía ansiosa, tensa y pensando en ella, tome la toalla y salí del baño, me dirigí a mi habitación donde había un vestidor con un gran espejo del techo al piso. Estuve a punto de envolverme con la toalla para secarme, preferí quedarme inmóvil, observando esas gotas de agua bajar a través de mi cuerpo, sentir los mechones de cabello frío cubriendo en parte mi espalda y en parte uno de mis pezones. ¿Qué veía o qué sentía Sabrina cuando estaba cerca de mí? Sentí la imperiosa necesidad de sentirme, con movimientos torpes deslice mi cuerpo hasta el sillón que estaba en el vestidor, frente al espejo y me senté.
    Sabía en qué consistía la masturbación pero no quise aceptar que me daba curiosas probarla, toque mis pechos, acaricie mis pezones aún mojados. ¡Mierda! Esto no funciona, no es como tener cerca a Sabrina. Cerré los ojos, tomé la toalla para taparme con ella y finalmente dormirme allí.   Me despierto sin noción espacio temporal y tardo unos segundos en darme cuenta que estoy desnuda, gire mi cabeza y observé me reflejo parcialmente tapado en el espejo, dormida y en esta posición hasta creía tener cuerpo de mujer y no de adolescente en desarrollo, me gusté. Imagine a Sabrina obteniendo esta imagen de mí y a sus manos recorriéndome, como había hecho anteriormente, cerré los ojos para poder imaginar la situación más claramente. Ahí estaba Sabrina sobre mí, con su cabeza reclinada dejando caer su larga y oscura cabellera sobre mí, acercando su boca a mi cuello y sus manos suaves pero con movimientos firmes recorriendo mi abdomen y llegando adonde yo deseaba, mi vagina. No sabía cómo tocar mi vagina, solo lo hacía por instinto como más me gustase, se sentía bien, sentía la necesidad de mover mi pelvis, mis piernas, todo era involuntario y por instinto, me sentía un animal actuando así. Me calme, “esta no soy yo” necesitaba abrir mi mente primero, antes de poder abrir mi vagina.

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