viernes, 3 de mayo de 2013

CAPÍTULO 10

La siguiente mañana mis deseos hormonales me impulsaron a llamar a Sabrina ya que no la había visto la noche anterior y aunque quisiera en ese momento no haberlo tenido que admitir, sí, la extrañaba.
-Hola Pau ¿sos vos?-
-Hola ¿cómo estas, cómo sabías que era yo?-
- El identificador de llamadas, yo bien, que raro que me llames ¿te pasa algo?- El identificador claro, lo pensé pero no quise ilusionarme con que ella fuese a agendar el numero de mi móvil.
- Nada, es que pensaba ir a comprarme unos zapatos y no sé, quizás podías acompañarme porque no tengo nadie que me lleve hasta el shopping.- Esa fue la primer tonta y obvia excusa que pude escupir de mi boca, pobre de mí, quedé en total evidencia.
-Claro, contá conmigo me encanta ir de compras, vení a casa y vamos.- Pude escuchar una voz de fondo.
- ¿Seguro que podes? si no voy sola, no te preocupes.-
-Vení te espero.-

Hice algo de tiempo para ocultar mi desesperación, tome coraje, fui, toqué el timbre. Cuando paso a su casa me encontré al dueño de la voz de fondo del teléfono, era su novio, me saludó. ¡Genial! Iremos los tres de compras y todos van a pensar que soy la hermanita menor de alguno a la que sacaron a pasear.
-Joan ya se va, lo acompaño abajo y ya vuelvo ¿sí?-
Asentí con la cabeza y me despedí de él con un beso en la mejilla. Cerraron la puerta y me quedé sola en la casa, mirando vasos vacíos sobre la mesa ratona y un sillón con almohadones revueltos, despojos de una tarde de novios. Seguramente en el instante en que yo estaba ahí parada sola ellos estaban despidiéndose melosamente en la entrada del edificio, demostrando su amor al mundo entero o mejor dicho a todo aquél que pasara por ahí.
Justo cuando mi nivel de ansiedad no podía elevarse aún más escuche las llaves en la puerta, era ella entrando.
-Me cambio y vamos ¿ya sabes cuáles te vas a comprar?- Me pregunto desapareciendo del living.
-No, todavía no vi nada-
Se produjo un silencio de varios segundos, desde el living podía oírla moviéndose por su habitación. No me preocupe en decir más nada.
-¿No sabes cuales porque aún no viste nada o porque era todo una excusa?-
Listo, se había dado cuenta y no tuvo la cortesía de disimularlo. La vi aparecer nuevamente con shorts, una camisa algo transparente y descalza.
-¿Por qué crees que necesitas una excusa?-
Se acerco  mi mientras pronunciaba estas últimas palabras, mis ojos solo veían fijamente sus labios moverse, acercarse demasiado. Me beso, me beso y respondí besándola no era el momento de demostrar mi timidez así que cuando deslizo sus manos por mi cintura la deje, yo en cambio pose mis manos en su espalda y pude sentir con mis manos su corpiño. Sus manos recorrieron mi espalda, ella también sintió mi corpiño y ni siquiera me di cuenta cuando lo desabrocho.
Sujeto mis manos, me arrastro hasta el sillón, me recostó sin soltarlas para colocarse sobre mi y guiar mis manos hasta sus pechos. Se despojo de su camisa y corpiño en un segundo para mi sorpresa ya que yo estaba teniendo un primer plano de su torso, sus pechos, sus pezones, esta vez mis manos fueron solas hasta ellos sin que yo las guiara. No sabía cómo actuar solo los acaricie suavemente como si se tratara de un  juguete de colección.
Me quito las manos y sus deliciosos labios se dirigieron a mi boca, no, estaba equivocada solo pasaron cerca y fueron hasta mi cuello, hubiese dejado que hiciera lo que quisiese con mi cuerpo con tal de que no dejase de hacerlo. De pronto sentí que sus manos estaban llegando a mi vientre y por un momento me preocupe, sabía que después de tocar mi vientre tocaría mi vagina, una de sus manos desabrocho hábilmente mi pantalón luego lo quito.
Yo busqué que esto sucediera, yo vine a su casa y ya que me encanta necesito continuar  a pesar de no saber cómo.
-Sabrina, no sé cómo se hace nada de esto-
-Seguime-
Sus dedos tocaron mi vagina, me estremecí, rozaron un poco mi clítoris y después los labios, sus movimientos, sus movimientos eran algo que no había sentido antes ya no me importaba que otra persona me estuviese viendo en esas condiciones.
-¿Te gusta?-
-Si me gusta, no pares.- dije perdiendo en este punto toda timidez existente en mi.
Uno de sus dedos se introdujo en mí, lo introdujo y lo saco tres veces, la cuarta vez fueron dos de sus dedos. Me incomodo, mi rostro habrá expresado esto y ella respondió con media sonrisa en su rostro y luego me beso nuevamente sin dejar de que sus dedos hicieran los suyo en mi vagina. Ese dolor con cada golpe de su mano contra mi vagina fue transformándose en el dolor más dulce que había sentido hasta el momento.
Ella movía su mano y sin embargo yo no podía dejar de moverme, mi cuerpo estaba poseído, tanto que tenía miedo de darle una patada enérgica a Sabrina cuando ya no podía más con toda esa tensión, llegué, estaba muy agitada pero no me importaba si moría en ese momento por falta de aire, moriría feliz y llena de placer ya que ese fue el primer orgasmo que tuve en mi vida.


Continuará...

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